jueves, 7 de abril de 2011

Pequeña carta abierta a mí y otros

Hola:

Hoy pasó algo que nuevamente me hizo recordar todo. Que me hizo llorar de nuevo. Que revolvió un lugar que estaba con sábanas blancas sobre los muebles, pero esos muebles siguen ahí y tienen las mismas quemaduras y roturas que antes. Cosas que lamentablemente no pueden repararse, hay que vivir con ellas.

Hace algún par de meses, en realidad no lo sé porque jamás recuerdo estas fechas, una persona que quiero mucho perdió a su hermana. Ahí estuve tal como ella estuvo cuando yo perdí a mi madre. Ahí traté de ser un pequeño pilar, aunque en realidad ella era un pilar en si misma. O por lo menos eso hacia parecer. Yo sé que también tiene muebles con roturas.

Hoy me hizo llegar un documento tremendo. Un documento que en realidad, y pensando fríamente, no debería tener en mi poder ni haber leído. Pero ella me hizo parte. Se lo agradezco.

Leí cada párrafo con los ojos cada vez más húmedos. No sólo por el relato, por la impotencia que da leer un libro de historia y no poder cambiar las injusticias que describe. Sino porque me recuerda esos momentos en que todo parecía una película, en que deseaba con todo mi corazón que me dijeran 'bienvenido al nuevo programa de cámaras indiscretas más crueles del mundo'. Me recuerda que hice nada, nada por probar que no fue el destino sino que un error lo que se llevó un alma a otro lugar. Que fui cobarde, un jovenzuelo sin entendimiento, que en realidad no logramos arrancar de la balanza un grano de justicia.

Pero eso no convertiría a esa alma en un cuerpo nuevamente. Quizá lo único que lograría es que no vuelva a ocurrir algo como esto. Y ese relato me lo recordó. Aunque sé que cuando nos cruzamos luego de ese mediodía, sin quererlo, también recordaste todo. Espero que no vuelvas a hacer lo mismo, que no cometas los mismos errores. Quizá no tuviste la culpa, espero sea así para que no sigas atribulado por el destino.

He leído ese documento con la sensación que en un momento más iré a un rincón de la casa como lo hacía antes. Apretando mis manos sin sentir compañía. Y ahí recuerdo porqué lloro. No sólo porque todo me recordó, sino por la injusticia. Esa palabra que me impulsó incluso a tomar el camino de vida que tengo. Leo y leo y no puedo creer las palabras, las letras, las cuñas de la tipografía. Parece lectura fantástica, una horrible historia fantástica.

Recuerdo y, aún peor, mi empatía me juega mal. No sé como lograste leer todo eso. Debe ser porque ya sabes gran parte de la historia. Pero tal como yo, sabes que esto no le devolverá un cuerpo a esa alma. Sólo un grano de tranquilidad a la nuestra.

Espero que nadie lea esto, y si lo hiciste, espero que te inspire en alguna forma aunque no entiendas lo que escribo. Espero que tú no leas esto, porque quizás no te guste las conclusiones a las que llegué. Espero que tú no leas esto, para que no creas que sólo te usé para poner sábanas en mis muebles. Espero que tú no leas esto, porque no eres cobarde. Eso lo demuestras día a día.

Hace mucho tiempo no escribía aquí, ni siquiera este espacio era para esto y se ha mezclado con grandes banalidades. Pero cuando necesitas desahogarte, no hay lugar como una casa donde ya te conocen.

Un abrazo. Enorme.
Sigo aquí. Caminando.

Hèliso.Corman_Blog/